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El despertar de una sociedad en la pandemia.

14 de mayo de 2020.- El 14 de marzo del 2020, en México, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey se organizó y lanzó un llamado urgente donde informaba que las clases a todos los niveles se debían de suspender, así como también los trabajos no esenciales y aquellos eventos en los que se vieran involucrados más de cinco personas. La medida también fue adoptada por otras instituciones educativas privadas, así como algunas públicas, tales como la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Instituto Politécnico Nacional

Lo anterior se debió a una enfermedad causada por un coronavirus, conocida ahora como COVID-19 (enfermedad que compromete órganos, tales como: pulmones, corazón, cerebro y riñones), la cual se originó en la provincia de Wuhan, capital de Hubei, que es la ciudad más poblada de la zona central de la República Popular de China. Las causas de esta enfermedad aún son desconocidas, sin embargo, se cuentan con algunos indicios pues el 31 de diciembre del año 2019, supuestamente, se reportó por primera vez el contagio de 27 personas en un mercado de mariscos y animales de esa ciudad.

El 7 de enero del 2020 las autoridades de ese país informaron de la presencia del nuevo coronavirus, y para el 7 de febrero ya se habían confirmado 31 211 contagiados y 637 muertos, mientras que a nivel mundial se reportaron 31 481 casos de COVID-19. Por otro lado, el 21 de marzo se dio a conocer el primer caso en los Estados Unidos de Norteamérica y se comienza a confirmar el incremento del número de contagios en todo el mundo.

Actualmente, en nuestro país existen 40 186 casos de contagio y 4220 defunciones (cifras de la Secretaria de Salud), datos que todos sabemos están muy distantes de la realidad.

Lo anterior no sólo ha repercutido en la vida académica tanto de los estudiantes, profesores y personal administrativo de los centros de educación de todos los niveles; sino también en la vida de diversos profesionistas.

En mi caso particular, también la situación ha repercutido de manera drástica pues, además de desempeñarme como docente, soy licenciada en Derecho y ejerzo como abogada postulante, lo que me ha permitido conocer casos de clientes que han sido afectados de igual forma, ya que el sistema de impartición de justicia también suspendió labores (excepto en la materia penal y en la administrativa). 

Si bien es cierto que el sistema judicial en México no es de los más óptimos a nivel mundial ni por eficacia ni rapidez, lo que ha traído como consecuencia a lo largo de décadas un aparato judicial al borde del colapso, y que los procesos sufran día a día un retraso;  también es cierto que, actualmente, los abogados nos encontramos atados de manos, pues no podemos hacer nada con los asuntos de los clientes, lo que conlleva a pérdidas económicas y a un desgaste emocional, tanto para el cliente, como para el abogado.

Sin embargo, lo anterior me ha llevado a reflexionar sobre algo que ya se veía venir; es de decir, debido al plan de contingencia se ha tenido que hacer uso de las tecnologías de la información de lo cual debemos de sacar el mayor provecho posible, pues parece ser nuestra única salida para seguir adelante en los aspectos tanto académico como profesional.

En lo que se refiere a mi labor como docente, me hizo pensar que la educación no debe estancarse, no puede ni debe ser presencial al cien por ciento, pero también los estudiantes tienen que ser más autoformativos y dejar de ver las nuevas tecnologías de la información como meros distractores, incluyéndolas como herramientas para poder desenvolverse como futuros profesionistas.

La educación ha evolucionado pues en la época de los 60s, 70s y 80s las personas que no podían acudir a una escuela por diversos motivos, tomaban cursos por correspondencia y casi todas las carreras eran técnicas, lo que les permitió integrarse al campo laboral.

Desde hace 9 años, comencé a manejar diversas plataformas educativas, a dar clases en línea, elaborando contenidos para las mismas, así como a interactuar con alumnos a través de un monitor con el fin de que para ellos no fuera aburrido, ni tedioso, sino, por el contrario, vieran que pueden estudiar sin dejar de atender otras actividades primordiales para sus vidas.

Tan noble es la tecnología en estos momentos que, en nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, ya se llevó a cabo el primer examen profesional en línea, esto con la finalidad de que el estudiante no se vea afectado en su proceso de titulación.

Asimismo, el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México ya está estudiando la manera de presentar demandas, promover y llevar audiencias vía internet, lo que traería como resultado un beneficio no sólo para los abogados, o los usuarios del servicio, sino también para el medio ambiente, ya que se vería reflejado en la calidad del aire, pues habría menos contaminación, menos tráfico y menos consumo de gasolina, además de que se perdería menos tiempo.

Todo lo anterior en su conjunto, empuja a los estudiantes a integrarse a una nueva forma de aprender, estudiar y ejercer, lo que nos beneficia a todos. Tenemos que progresar como sociedad a la par de la tecnología y seguir evolucionando, pues la tierra, así como la sociedad, necesita un respiro; debemos dejar de contaminar y darle la bienvenida a las energías limpias, reduciendo de manera significativa el uso del automóvil para tener una mejor calidad de vida. Por ejemplo, en Europa desde hace aproximadamente 10 años, se consideró al teletrabajo (home office) como una forma de lograr la conciliación laboral; es decir, que el trabajador pudiera aprovechar mejor su tiempo con la familia, e integrarse mejor a su rol de padre y madre sin sacrificar la productividad en el trabajo.

 

Autora: Dra. Mónica Campos Lozada | Catedrática Distinguida enero - junio 2019.

Fotografía: Designed by wavebreakmedia_micro / Freepik

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Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la posición oficial de los Colegio La Salle de seglares, la Preparatoria La Salle del Pedregal o la Universidad Del Pedregal.

 

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