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La Cuaresma, tiempo de conversión de nuestras costumbres.


La pandemia COVID-19 es un hecho de portada trascendental que, por sus consecuencias, está marcando irreversiblemente la historia económica, política y social de todo el mundo. Sin embargo, a veces nos olvidamos reflexionar sobre el sentido profundo de este acontecimiento. El espíritu positivista que hemos heredado de la Ilustración nos educa a censurar las preguntas sobre el sentido de las cosas y de los acontecimientos. Ya no nos preguntamos: ¿qué quiere decirnos Dios con estos hechos? ¿Qué cambio nos está pidiendo? A mí, en lo concreto de mi vida, ¿hacia dónde me quiere llevar el Señor?  Es como si hubiéramos asumido que, si bien Dios existe, no tiene que ver con nuestra realidad, con este instante presente de nuestra vida.


Yo creo firmemente que Dios es un Padre bueno, el único Padre que siempre ama a sus hijos. Nos lo enseña Jesús en el Evangelio, y lo experimento en mi vida. Dios no está en el origen del mal, no produjo la pandemia ? que es un mal objetivo. Sin embargo, si la permitió, es porque quiere corregirnos. «Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; ¿y que padre hay que no corrija a sus hijos? Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad» (Heb 12, 7). Este versículo de la Sagrada Escritura

ilumina nuestro presente, nos invita a reconocer en la pandemia una corrección amorosa de nuestro Padre, que nos invita a la conversión.


La Iglesia, como buena madre, sabe indicarnos un camino para vivir la

conversión. «Aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra». Para que nuestra mirada pueda volverse definitivamente a Dios, al Bien que no termina, y para que podamos encontrar en Él nuestra fortaleza, tenemos que aprender a despegarnos de las ataduras de este mundo.  Tres pequeños gestos nos ayudan, año tras año, a vivir la conversión en tiempo de Cuaresma:


  1. El ayuno: se trata de tomar voluntariamente distancia de lo que satisface inmediatamente nuestros instintos (redes sociales, televisión, antojitos, afectos desordenados) y que, sin embargo, no llena nuestro corazón.

  2. Caridad: si bien estamos encerrados en nuestras casas, con un gesto de caridad podemos reconectarnos con los demás, en particular con los más necesitados.

  3. 3. Oración: dentro del trajín cotidiano, podemos decidir dedicar un tiempo exclusivamente a Dios, en compañía de nuestros familiares, apagando pantallas y celulares.


¿Es demasiado sencillo? Quienes vivan esta propuesta con decisión y

disponibilidad de corazón, experimentarán el comienzo de una liberación verdadera. No estás sólo: levanta la mirada, camina juntos con tus hermanos hacia Quien te está esperando desde siempre.


Autor: Pbro. Davide Tonini, Capellán |Preparatoria La Salle del Pedregal.

Teléfonos: 5673-1907 | 5673-3149 | ext. 123


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Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la posición oficial de los Colegios La Salle de seglares, la Preparatoria La Salle del Pedregal o la Universidad Del Pedregal.


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